Mi mundo en desaparición

Un vistazo a los registros culturales que conforman mi espacio personal y que me interesa compartir para que no se pierdan.

Aquí encontrarán comentarios de literatura, lectura, bibliotecas, música, cine, arte, culturas populares y demás intereses que integran lo que soy.

Gracias por venir a leer.

"Honor a quien honor merece", estas palabras ya nos suenan a lugar común, sin embargo, me parece importante rescatar a las palabras del sucio cajón de la ignorancia y del desprestigio y darles el valor que merecen. En este sentido quiero hablar en esta ocasión del honor que hay detrás de las personas que llegan a ese punto feliz, lleno de nostalgia, recuerdos, valiosas lecciones y aprendizajes que se llevan consigo y que, también, comparten con los demás. Ese momento en que llegan a su jubilación. ¿Qué hay detrás? No es solo un asunto sencillo de RH. No. Detrás hay personas, hombres y mujeres que entregaron gran parte de su vida a un oficio, que aprendieron y enseñaron, que se enfrentaron a crisis y que lograron salir avantes. Algo tenemos que aprender de ellos y ellas y desde ese sentido quiero escribir aquí. Aparte de celebrar este momento triunfal para cualquiera que llega a su jubilación, hay que registrar qué más representa esta persona. Pues bueno, esta trabajadora que ahora se jubila no es una empleada más. Es una bibliotecaria. Y que suenen las fanfarrias, se arroje la serpentina, se estremezcan las paredes de la biblioteca con todos esos ecos que guardan. Una bibliotecaria deja su lugar de trabajo para irse a su casa a disfrutar de sus bienes humanos y materiales. Qué alegría. Y qué tristeza (se tenía que decir y se dijo). Nada nos puede llenar de más honor que rendir tributo a esas personas que nos antecedieron de manera decorosa (sí, porque a quienes fueron tiranos mejor los dejamos en el olvido). Pero a quienes forjaron el camino para posicionar nuestra labor habrá que recordarlos y, sobre todo, darles las gracias por todo lo que nos dieron y lo que nos dejan. Estas palabras son para resaltar a Nora Escobedo, compañera bibliotecaria que a finales de este mes (mayo), se jubila. Pero también para recordar a Mario y a Arturo Lozano. Aplausos y gratitud, risas por los recuerdos.

 

Recupero ahora una breve entrevista que le hice a Nora hace casi un año con motivo de una sección que quise abrir en un medio de comunicación interno pero que, por equis o ye, no se concretó. Ahora, gracias a este espacio de blog, recupero la entrevista y comparto algo de lo que Nora me dejó registrar en palabras. Y, como dije al inicio, estas palabras tienen honor, y honor es lo que intento reflejar. Nora: gracias. 

Las necesidades sociales en el mundo contemporáneo son amplias y diversas gracias a la proliferación de nuestras posibilidades comunicativas. La inmediatez y la riqueza informativa han detonado habilidades y competencias con un perfil pragmático muy eficaz y en el cual existe una amplia gama de usuarios, es decir, ciudadanos del mundo virtual que van y replican sus conocimientos al mundo real. Esto está muy bien, el problema es que como integrantes de una sociedad requerimos también empatar lo aprendido en escenarios humanos para no perder de vista que los hallazgos deben estar al servicio de la humanidad, y para ello requerimos otras habilidades y competencias para interactuar y comunicar, sensibilizar nuestros procesos comunicativas para garantizar los pasos más allá logrados, en lugar de retrocedidos. En este punto cobran sentido las manifestaciones culturales y artísticas, y dentro de ellas la lectura: informativa, recreativa...     

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